NIEBLA: el silencio de Noelia

►Parte anterior

brown-2629143_1920
Imagen de Pixabay

—¿Dónde está?

—¡Se ha escondido otra vez! ¡Qué cagá!

—En el baño.

—No va a salir de ahí, te lo digo yo.

—Jajaja.

—Noooeeeliaaa… ¡Noelia!

—¡Sal ya que nos vamos!

—Dale unos golpes a la puerta, a ver si se ha caído por el váter.

—No, si además de cobardica es tonta.

—Gafotas, ¿qué ocurre? ¿Te has quedado encerrada?

—Abre ya, Zanahoria.

—Jajaja.

—¿Quieres que llamemos a tu mami para que venga a buscarte?

—¡Sí, eso!

—…

—Ah, no, que no tienes. ¡Jajaja!

—Jajaja.

—A lo mejor alguno de tus papis puede buscarte. Aunque me han dicho que están muy ocupados…

—¿Cuál de los dos será la mujer?

—¿Y qué más dará? Los dos son unos maricas. ¿Lo has oído, Noelia? UNOS MARICONES.

—¿Tú también eres como ellos?

—¡Noelia la Lesbiana! ¡Noelia la Lesbiana! ¡Noelia la Lesbiana!

—A esta ninguna mujer la va a querer. Ni su madre.

—Cierto, cierto.

—Jajaja.

—Ey, mirad lo que he encontrado. ¿Qué os parece si…?

—Trae.

—…

—Gafotas, mira qué majos somos. Te estamos dando los pañuelos que hemos encontrado por ahí, por si se te ha acabado el papel.

—Toca la puerta otra vez.

—¿Sigues ahí, Bicho palo?

—No contesta.

—Ya, ya lo veo. Creía que estaba acostumbrada a no tener intimidad, como mono de feria que es.

—¡Jajaja! ¿De qué circo te has escapado, Bicho?

—Vamos, Noelia. ¡Abre ya!

—¿Qué hacéis aquí todos?

—Ah…; nada, jugando con nuestra querida Noelia.

—Sí, eso.

—¿Está dentro?

—No quiere salir, y eso que le hemos dicho que ya mismo nos vamos.

—Precisamente por eso os estaba buscando: los profes dicen que salimos en cinco minutos.

—¿Has oído, Noelita? Ya puedes despegar tu culo del váter e ir saliendo.

—¿Lleva mucho ahí metida?

—Desde que hemos bajado del bus.

—¿Qué le habéis hecho?

—Nada… solo bromeamos. Bromas entre amigos.

—Sí, eso. Jajaja…

—A ver si le ha pasado algo… Decían que tenía problemas de salud.

—Ser tonta, ¿te parece poco?

—Jajaja. ¡Y además marimacho!

—¡Y gafotas!

—¡Zanahoria!

—Y también es un bicho palo, un engendro.

—Y ese aparato que tiene en los dientes… Con esas coletas que se hace más feas…

—¡Jajaja! ¡Es verdad! Se las hace porque tiene pelo-estropajo.

—Madre mía…

—¡Noeeeliaaaaa, vamos!

—¿Y si tiramos la puerta?

—Oye… ¿habéis hecho algo? ¿Qué es este humo?…

—Eso será esta, que como es una cobarde y no quiere salir, habrá soltado una bomba fétida.

—Dejaos de bromitas. Esto no tiene gracia.

—¡Abrid una ventana o algo!

—Yo paso; me piro antes de que me echen la culpa.

—¿Dónde vas? Dios santo, no se ve nada.

—¿Pero qué mierda es esto?

—Vámonos nosotros también; seguro que esto es cosa de la Zanahoria.

—No veo ni la puerta.

—¡GAFOTAS! ¡PARA ESTO! ¡NOS VAMOS A CHIVAR!

—¡Joder, no puedo respirar!

—¡Voy a tirarle la puerta abajo!

—¿¡Qué dices!?

—…

—…

—Dónde… ¿dónde está ella?

—Pero si no ha salido en todo el rato…

—El humo también se ha ido.

—No entiendo nada. ¿Qué ha pasado?

 

Sílfide

En 2014 asistí a un taller de escritura creativa en el cual solo podíamos usar el diccionario y un prospecto o manual de instrucciones para crear un poema. El resultado, algo surrealista y experimental, está basado en las influencias hispanoamericanas como el creacionismo (Vicente Huidobro) o la antipoesía (Nicanor Parra):

 

‘Conserve este prospecto ya que puede tener que volver a leerlo.’

El oxígeno color tierra tuerta de ciénaga

huele al aceite para engrasar puertas del aula 12.

El color pardo de los ojos o la barbada utopía

resuena como las huellas dactilares de unos tacones

 de luna que murmuran océanos.

Nitrógeno, oxígeno, vapor de agua, ozono,

gases nobles, dióxido de carbono, hidrógeno.

Quiero ver la noche desde los ojos de esa sílfide

esquelética que resurge de la espuma del mar

y rebota en el cielo asmático

pulverizándose en un campo de mariposas.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

Silencio.

‘Informe a su médico o farmacéutico si está utilizando o ha utilizado recientemente cualquier otro medicamento’.

Silencio.

Bf81bz6CUAAYacV.jpg large

Fuente: Google Imágenes