Reto literario: Baúl

Desde el Blog de nuestra querida Lídia nos hemos animado a participar este mes con su reto de escritura. ¿Quieres participar? Es muy sencillo, solo sigue las instrucciones y crea una composición basada en la imagen del mes. En mayo estamos jugando con la siguiente:

Y aquí va nuestra pequeña aportación, un cuento sobre el tiempo, la vida y un cofre especial.

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BAÚL

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Cuando llegó el momento, los nervios afloraron como cuando era un niño. Lo había mantenido guardado todo este tiempo, tal y como le dijeron. El polvo lo había descuidado y el brillo se había perdido tras los años, pero ahí estaba, esperando pacientemente. En la tranquilidad de la medianoche, en la puerta del jardín trasero, alumbrado por la tenue luz de la luna, lo abrió. Aquel viejo cofre le produjo nostalgia. Abrazó al Señor del Tiempo que en su interior se encontraba, y este, sonriendo amablemente, le mostró el reloj que consumiría su alma. Después el cofre volvió a cerrarse esperando ver crecer a otra inocente vida.

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Imagen de Pixabay

El reino

Luchando contra la intemperie de la soledad,

buscándote a puñetazos,

aislándome del fuego

y luchando por sobrevivir.

Los arañazos arrastran los edificios,

y la luna es un quebradero de cristal

que se hace añicos.

Las náuseas retuercen mis entrañas.

La herida me empapa la mano

y el sudor recorre mi frente dolorida.

El precio del poder ha sucumbido.

Ha renacido un ángel.

 

Fuente: Youtube

Autor: Olivier Arson

«El Tigre», William Blake

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Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?

¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?

¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?

Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?

Poema en inglés:

Tyger Tyger, burning bright,
In the forests of the night;
What immortal hand or eye,
Could frame thy fearful symmetry?

In what distant deeps or skies,
Burnt the fire of thine eyes?
On what wings dare he aspire?
What the hand, dare seize the fire?

And what shoulder, & what art,
Could twist the sinews of thy heart?
And when thy heart began to beat,
What dread hand? & what dread feet?

What the hammer? what the chain,
In what furnace was thy brain?
What the anvil? what dread grasp,
Dare its deadly terrors clasp!

When the stars threw down their spears
And water’d heaven with their tears:
Did he smile his work to see?
Did he who made the Lamb make thee?

Tyger Tyger burning bright,
In the forests of the night:
What immortal hand or eye,
Dare frame thy fearful symmetry?

 

«Las orquídeas», Rosa Chacel

He venido al país de las orquídeas,
esas flores del triunfo, parásitos de las mujeres elegidas.
Su polen vuela al hombro
de esas que vienen con cinturas jóvenes
y hacia sus pies la América
tiende sus manos blandas,
de ésas cuyo perfume llega al mato,
llamando a la pantera, hermana suya,
que les presta sus pieles.
.
Pero yo vine por un mar
que una mitad era de sangre
y otra, sin esperanza, quisiera ser de olvido,
y a mi llegada no acudieron
en ligeras vitrinas encintadas.
No me asaltaron al llegar: su polen
no sabía mi nombre.
.
Tampoco en manos mercenarias
llegaron a subir mis doce pisos,
tampoco se dejaron cautivar
en los mercados ni en las florerías.
Tampoco el mundo, ese artefacto
referencial, las puso
en el correo en fechas onomásticas…
.
He venido al país de las orquídeas
y hoy ya le digo adiós, yendo hacia el puerto

¡Adiós!… ¿Quién sabe cuándo?…

 

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Este poema pertenece a Rosa Chacel (1899-1994), una de las poetas de la Generación del 27 conocidas como «Las Sinsombrero». Las mujeres de esta generación fueron eclipsadas por sus compañeros masculinos, dejando atrás una estela maravillosa de poesía fresca, pura y emotiva. Hoy les hacemos un homenaje a esas mujeres olvidadas de los cánones, los manuales y nuestra literatura debido al arraigo férreo del patriarcado impuesto en nuestra sociedad.  Hoy, Rosa, te recordamos con este bello poema, demostrando que tu calidad literaria es igual o mejor que cualquier miembro masculino de la Generación del 27, y  nos quitamos el sombrero ante ti.

Mentiras

Sonrisas a su alrededor, halagos que lo hacían feliz, amistades que le apreciaban… era todo lo que había deseado. Y por fin lo había logrado. No importaba si para ello había tenido que mentir a todo el mundo, incluso a su propia familia. Quería ser alguien, quería que lo respetasen. Había hecho lo que hacía falta para alcanzar ese sueño, incluso se había perdido a sí mismo en esa torre de mentiras que había construido y en la cual ahora se alzaba, mirando orgulloso a cada uno de los que le rodeaba, sin sentir ni un ápice de vergüenza por haberles mentido a cada uno de ellos.

Leyó el mensaje que un amigo del instituto le había enviado. Sus labios formaron una línea. En su mente repasó a cada una de las personas a las que le había contado una verdad distinta. No recordaba haberle contado nada, pero prefirió asegurarse, así que dejó el móvil en la mesa y se agachó en frente de la cama. Sacó una caja y la abrió. Allí había demasiadas libretas acumuladas. Sabía exactamente cuál tenía que coger: la del color rojo. En ese cuaderno había escrito a cada una de las personas a las que le había contado algún aspecto de su vida. Lo abrió y empezó a pasar hojas, fijándose en cada uno de los nombres y los detalles que había al lado: “me voy a estudiar fuera porque el máster está mejor enfocado”, “me han ofrecido un trabajo que no podía rechazar” o “es que a mi novia le da vergüenza venir a celebrar la Navidad con nosotros”.

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Se paralizó. Le había parecido escuchar una voz que le decía que nunca se había ido a estudiar ningún máster, que no le habían ofrecido ningún trabajo y que, la que consideraba simplemente una amiga, no era su novia. ¿Quién más sabía todas esas verdades? Dejó caer la libreta al suelo y se puso en pie, dispuesto a defender con dientes y uñas su verdad. Sin embargo, allí solo estaba él. Aún con el corazón latiendo con demasiada fuerza, guardó su tesoro de nuevo debajo de la cama y cogió el móvil. Pudo ver su reflejo en la pantalla y se echó a reír.

—¿Aún sigues aquí? Creía que ya te había matado.

Y sin más, contestó al mensaje de su amigo, a quien le contó una nueva verdad que luego anotaría en su cuaderno, matando de nuevo a ese pobre chico que se resistía a vivir en ese mundo lleno de mentiras que había construido.

Lapidario

 

Me miras con la impaciencia de alguien que no espera.

-Siempre has preferido a la muerte-.

Noto tu presencia tras este viento frío que me despeina.

Tus ojos están en llamas y esta noche vas a acabar conmigo.

La ciudad es un inmenso lago vacío tras un velo de cristal.

-Siempre te ha gustado el caos que provocas-.

Tus manos me hacen estremecer como una tormenta.

Tu boca es una explosión y una tempestad que me derrumba.

Eres un ángel caído que ha venido a distraerme, y pienso arder.

-Siempre te ha gustado consumir-.

Lo supe desde el primer momento en el que te vi,

con esa mirada despiadada y la sonrisa de terciopelo.

Tú único objetivo siempre he sido yo.

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